jueves, 29 de octubre de 2009


Hay castillos que terminan hundiéndose. Imágenes desparramadas como gotas de lluvia en el lodo. Sueños que son demasiado frágiles para materializarse.

Cuando esto sucede me reconstruyo.


Una mezcla de revolución y nostalgia explota en el fondo de los escombros.



lunes, 26 de octubre de 2009



Dicen que lo que se calla se pierde. No voy a perder lo que me callo.

A veces el silencio está más vivo que la palabra.



jueves, 22 de octubre de 2009



"Los que me han hecho sufrir, tal vez no sean tan malos.

Los que no son de mis ideas, tal vez no sean intratables.

Los que no hacen las cosas como yo, tal vez no sean unos locos.

Los que discurren de otro modo, tal vez no sean unos ignorantes.

Los que no me son simpáticos, tal vez sean buenas personas.

Los que son más viejos que yo, tal vez no sean unos atrasados.

Los que son más jóvenes que yo, tal vez tengan que equivocarse para adquirir experiencia.

Los que tienen más éxito, tal vez se lo hayan merecido.

Los que me contradicen, tal vez me abren los ojos.

Los que tienen más dinero que yo, tal vez sí sean honrados.
Los que me han dicho una palabra amable, tal vez lo han hecho con sentimiento y desinterés.

Los que me han hecho un favor, tal vez lo han hecho encantados.

Los que pasan de lo que a mí me importa, tal vez me ayuden a encontrar lo verdaderamente
importante.
Los que no van en mi misma dirección, tal vez busquen lo mismo por otros caminos.

Los que no me lo ponen fácil, tal vez me obliguen a renovar el esfuerzo y la ilusión día a día".


Revista La Farola, nº 7. Marzo de 1995.

lunes, 19 de octubre de 2009




Aunque sea triste, helada, agria, mustia y oscura, la decepción sirve, es práctica. Sirve para saber quién es quién y cómo, con qué mano no podemos contar, con qué calor. Sirve para recoger nuestras cosas y marchar rumbo hacia otro lado.

Decepcionarse sirve, es práctico. A pesar de todo.


lunes, 12 de octubre de 2009



A ti, que a veces andas regular y otras dices que te falta algo, quiero contarte un secreto que he aprendido este fin de semana en el campo, cuando me encontré con una bruja detrás de unos matorrales. Es un hechizo mágico, una fórmula contra la insatisfacción.

Cuando esa brujita me lo dijo, en voz muy baja, se me refrescó la garganta, se me renovó el aire, me sentí ligera. Escúchalo bien. Me dijo:


-Alguien, en algún lugar, ahora mismo, te necesita.

En seguida pensé en decírtelo, porque sé que alguien te necesita, porque eres necesario en el mundo. No lo olvides.
Nunca lo dudes.

(Yo, por ejemplo, te necesito).


martes, 6 de octubre de 2009

MERCEDES SOSA



Tú, que para cantar has nacido, dijiste un día que no ha de matarte la muerte. Por eso, aunque el mundo diga que has muerto, ayer mismo te oí cantar una chacarera debajo de un trozo de hoja seca del parque y también me pareció escucharte que decías detrás de una ráfaga de aire que si hay que esperar la esperanza, más vale esperar cantando.

Hoy te voy a dedicar esta entrada porque es lo menos que puedo hacer, y porque a veces el llanto se hace canto en el andar -y quién no ha llorado alguna vez- y porque uno vuelve siempre a los mismos sitios donde amó la vida, y porque yo también quiero un ranchito borracho de sueños y amor, y porque has regalado tanta voz a tantos a los que ya no les quedaba ni un solo grito. Y porque hay que tener valor para hacerlo.


Mª Elena Walls te regaló esta canción que tú misma interpretabas y que resume este blog en unos versos:


Cuantas veces me mataron,

cuantas veces me morí,

sin embargo estoy aquí

resucitando.


Gracias doy a la desgracia

y a la mano con puñal

porque me mató tan mal

que seguí cantando...


Sé que no has muerto porque creo en esa canción y en su mensaje y porque yo también a veces me siento sola como la luna tucumana y cuando hoy la he mirado, te he visto, brillando tú también, más viva que nunca, como si en realidad no fueses un satélite, sino una estrella que brilla con luz propia.


Gracias por todo lo que nos has dado.

jueves, 1 de octubre de 2009

LA LUPA MÁGICA



Cuando tenía siete años, conseguí una lupa mágica. Con ella miraba la luna y la veía totalmente distinta. Era gigante, naranja y llena de agujeros. Hoy tengo aún la imagen de aquella luna que estoy segura de que vi, y pongo la mano en el fuego de que no solo era una ilusión óptica deformada por la edad.


Tengo la sensación de que todos los días vemos lunas llenas de agujeros, que pasan por nosotros y apenas les hacemos caso. Ellas llaman al niño de siete años que un día fuimos, pero nosotros nos empeñamos en creer que son productos de nuestra imaginación, imágenes imposibles que debemos de borrar.


Hoy quiero ir a la luna naranja y saltar dentro de algún cráter misterioso. Desde allí te haré señas para pedirte que vengas a saltar conmigo.