viernes, 30 de noviembre de 2007

Mi frase favorita


El dolor es inevitable, pero el sufrimiento se elige.
Proverbio indio

Cuando llueve dentro de nosotros,
hay que inventarse paraguas.

jueves, 29 de noviembre de 2007

La utopía


¨Ella está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos, camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.¨

Eduardo Galeano

POR QUÉ AMÉRICA ES MÁGICA



Cuando amamos el misterio que envuelve cada rincón de nuestra realidad, tan múltiple, visible e invisible como nosotros mismos, cuando la magia la sabemos pegada a la esencia misma de todas las cosas y cuando nos intuimos recién salidos de una chistera, se puede decir que tenemos los ojos abiertos a la existencia auténtica y el alma en posición vertical. Y es entonces cuando la realidad toma la forma de un circo extraordinario, donde cualquier cosa puede ocurrir.
El realismo mágico en la literatura hispanoamericana es tan sólo la descripción de esto mismo, de esta realidad filtrada a través de esas miradas alertas. Simplemente. Sería el acto de trazar en unas páginas el misterio, la historia de una alucinación, que es el vivir, hecha realidad por medio de la realidad misma. Y es que en ella misma, los sueños, si los miramos bien, se unen al despertar por una línea casi cósmica, por un delirio extrasensorial, por la clave de la sinrazón que entiende que no entiende de razones, sino que es pura armonía lógica e ilógica, libre porque está despojada de trampas razonables, y mientras más humana, más todopoderosa.
Lo insólito en la literatura es el colmo de la libertad de un ser que escoge vivir una aventura posible a través de lo imposible y otro ser que desea ser cómplice de ese experimento. Es la historia de un quijote que no está loco y encima vuela, que no le hace falta ni lanza ni armadura para creer en castillos y princesas o para defender rufianes, que no tiene que obsesionarse por culpa de unos libros de fantasía para poder crear su propio mundo, sino simplemente observar la rotunda sencillez de lo percibido con un espíritu que roza lo lunático. Pero este ser que describe el mundo con estas gafas, parece no inventar nada extraordinario, sino todo lo contrario, sólo descubrir lo cotidiano, dotándolo de unas cualidades que parecen ser creíbles y absolutamente comunes. El autor, con una fe en su mundo que mueve montañas, hace resaltar el revés de lo cotidiano, maravilloso de por sí, para ofrecérnoslo en bandeja sin gritos ni manicomios. Esa es la riqueza de los escritos insólitos, porque nos hace entender que por muy acostumbrados que estemos a presenciar los detalles de la existencia, ésta no deja de ser por ello mágica y riquísima, tal como la vería un niño o un extraterrestre.
Y no es raro que en América latina sea el lugar donde estas aventuras de la experiencia se intensifiquen y describan, pues ella, atravesada desde siempre por una magia verde y caprichosa, ha sido reinventada tantas veces a causa de los avatares de su historia, tan rebuscada y tantas veces perdida en tantos pueblos, tan recreada por tantas identidades que buscan desesperadamente saber quiénes son, que no es extraño que sea en estas regiones donde el mundo se sienta más vivo que en ninguna otra parte.
Dice el filósofo Jaspers que hay dos tipos de existencia: la empírica, propia de seres automatizados, "sobrevivientes" y semidormidos, y la auténtica, ligada a los que han despertado, a veces por situaciones límites o a través de un dolor intenso.
Por eso la mirada de América, rota y dolorida, todo, todo lo ve y lo multiplica, lo insólito se les revela y lo cuadriculado se vuelve redondo.

miércoles, 28 de noviembre de 2007

HETERODOXIAS


Ser heterodoxo no es más que renunciar a la comodidad psíquica de aceptar lo establecido, por dañino, absurdo o injusto que sea. Es jugar con los mismos dados el mismo juego con distinta estrategia, pero sin ser tramposo. Es cuestionarse, despertar de la conciencia superficial, como diría el filósofo Jaspers, y actuar en consecuencia. No es más que adoptar una actitud creativa ante el mundo en el que hemos nacido y saberlo extraño, relativo y siempre revocable.
El ser ortodoxo se define por un intenso terror al cambio, por una debilidad mental y por una inseguridad interior que necesita verse apoyada por la comunidad, reafirmando aquello de lo que no se está seguro. Ya Hitler tenía la extraña manía de ver el símbolo nazi allí donde se encontrara, tal era su duda existencial. Pero también puede estar marcada por un ansia a toda costa por mantener el privilegio o poder del que se goza. Esta última causa es la más sórdida de todas.
Todos somos en muchos momentos de nuestra vida heterodoxos y ortodoxos. Pero es cuando estas dos posturas se radicalizan cuando surgen la revolución o la persecución. Cuanto más rígida sea la ortodoxia de una comunidad, más valientes y originales los heterodoxos que la infrinjan, y al contrario, cuanto más directa, fuerte y condenada sea la heterodoxia, más salvajes y crueles los métodos de los ortodoxos que la prohíban. La religión por ejemplo, algo tan natural en el hombre desde que lo es, ha sido y sigue siendo aún causa de persecuciones, guerras inútiles y sangrientas y pensamientos de seres humanos críticos que se han comprometido por aniquilarla cuando se radicaliza o se vuelve intolerable. Gracias a ellos y a otros tantos herejes, locos, utópicos, malditos y extravagantes de todos los tiempos, hoy gozamos o sufrimos de la realidad histórica que vivimos y que derivará hacia nuevas heterodoxias, peores o mejores, pero siempre nuevas.
"Oportet haberes esse", significa "los herejes son necesarios", y fue el lema de los padres de la iglesia durante demasiados siglos. Y es que estos eran un buen remedio para asegurar las normas y las reglas y demostrar al pueblo lo que no se debía hacer, o lo que pasaría si alguien se atrevía a desobedecer. Cierto. Son necesarios los heterodoxos. Pero mi alabanza es otra. Los necesarios son los ortodoxos. Gracias a ellos el mundo tiene algo contra lo que alzarse y reacciona y camina y se levanta e inventa y sueña y sabe de sus manos. Por eso la primera célula con vida fue el ser más heterodoxo de todos: porque un día le dio por rebelarse contra las piedras.

martes, 27 de noviembre de 2007

No voy a irme


No voy a irme así nomás. Tendrán que echarme sin motivo. Yo y mis talones en la tierra decimos no, que aguantaremos. Pueden mandarme vendavales o filatelias del agravio: la colección de mis descuidos, de mis erratas, de mis queridos disparates, de mis tropiezos evitables, de mis inútiles extravagancias, de mis escándalos de ateo. No voy a irme así nomás, por algo aquí me concibieron y fui nacido y caminé descalzo sin herirme, dialogando con el silencio y con el mar y con las nubes, con lluvia y sol tan incesantes y siempre con algún secreto, minúsculo o tremendo pero mío, como una forma de eludir cierta carcoma inevitable. No voy a irme así nomás. Si soy superfluo o desolado, la trayectoria de mis culpas se va y regresa con lo aprendido, y yo lo espero aquí en mi noche. No voy a irme y si me voy, será para estudiar la nada.

Mario Benedetti.

Mario, si algún día nos encontramos en la nada -si es que ésta existe-, me apunto a estudiarla contigo.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Lo que sí podemos elegir


Un viajero preguntó:
-¿Qué tiempo hará hoy?
Y el pastor le respondió:
-El tiempo que a mí me gusta.
-¿Cómo sabe que hará el tiempo que a usted le gusta?-le preguntó el viajero.
Y el pastor le respondió:
-Habiendo descubierto que no siempre puedo tener lo que a mí me gusta, he aprendido a disfrutar siempre de lo que recibo. Por ello, estoy seguro de que hoy tendremos el tiempo que a mí me gusta.

Anthony de Mello

domingo, 25 de noviembre de 2007

Celebrar la vida





























Acepto vivir sin cuatro manos,
acepto vivir sin comer nubes,
acepto vivir sin ser un hada,
acepto vivir sin ir a Marte.
Acepto vivir con dos recuerdos,
acepto vivir con mis fantasmas,
acepto vivir con lo que ignoro,
acepto vivir con lo perdido.
Acepto estar lejos y estar cerca,
acepto caerme y levantarme,
acepto llorar para más tarde,
abrir los ojos y celebrar la vida.