lunes, 24 de noviembre de 2008

LA RAZÓN



Le dijeron que no existían dioses, ni mitos ni ritos, ni cielos ni infiernos, ni siquiera que se fiara de su imaginación, de sus emociones o de su intuición, y mucho menos que creyera en la magia.

Y se quedó sola la razón razonando.

Y se murió de pena.

Pero no soltó ni una lágrima.

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