Hoy es mi cumpleaños. 35 años que pesan en primeras arrugas y en darme cuenta de que podría ser la madre de los adolescentes a los que les doy clase. De todas formas, sabiendo que la vida es imprevisible y que cualquier día puede ser el último, me siento afortunada por haber llegado a los 35 sana y salva y envidio a aquellos que llegan a viejos.
Hace tiempo conocí a una anciana señora que celebra los años este mismo día. No le dije, por circunstancias y timidez, lo que percibí al conocerla. La luminosidad de un rostro blanquísimo, la fuerza de sus ojos, cálidos como un refugio, que, a pesar de haber vivido demasiadas tristezas, seguían agarrándose a la vida, su espíritu de niña y su generosidad. Ella brillaba. Hoy me habría gustado que supiera que cuando sea mayor, si llego, me gustaría ser como ella.
Hace tiempo conocí a una anciana señora que celebra los años este mismo día. No le dije, por circunstancias y timidez, lo que percibí al conocerla. La luminosidad de un rostro blanquísimo, la fuerza de sus ojos, cálidos como un refugio, que, a pesar de haber vivido demasiadas tristezas, seguían agarrándose a la vida, su espíritu de niña y su generosidad. Ella brillaba. Hoy me habría gustado que supiera que cuando sea mayor, si llego, me gustaría ser como ella.
Aunque nunca lo sabrá, aunque no se acuerde de mí, hoy celebro la vida acordándome de usted. Feliz cumpleaños.
Bueno, aunque yo tampoco te conozco y sólo soy un anónimo usuario de Internet.
ResponderEliminarFelicidades (y que cumplas muchos más)