Observar el cuerpo perfecto de una hormiga, bailar al ritmo de unas hojas mecidas con el viento, acariciar el mar y dejar que se escurra la arena en las manos, hablar con un árbol, analizar las líneas de una caracola, imaginar que estás volando a través del universo, oler la tierra húmeda, saber que tienes suerte de no estar ciego ni sordo y de otras tantas cosas, conocer que la molécula de hierro que andurrea por nuestro cuerpo perteneció a la estrella que estaba antes que el sol, saborear chocolate, mirar el mundo como si fuéramos extraterrestres, detenerse a pensar lo bien que está hecha nuestra piel, respirar el aire nuevo que nos entregan las plantas, comer un caramelo mientras sentimos cómo se deshace en la boca y besar a un niño, son una pequeñísima parte de las cosas que podemos hacer gratuitamente todos los días.
miércoles, 30 de enero de 2008
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