viernes, 11 de septiembre de 2009



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A mí no me extraña. Es que todo es muy raro en cuanto te fijas un poco. Lo raro es vivir. Que estemos aquí sentados, que hablemos y se nos oiga, poner una frase detrás de otra sin mirar ningún libro, que lo que bebemos entre por el camino que es y sepa cuándo tiene que torcer, que nos alimente el aire y a otros ya no, que según el antojo de las vísceras nos den ganas de hacer una cosa o la contraria y que de esas ganas dependa a lo mejor el destino, es mucho a la vez, tú, no se abarca, y lo más raro es que lo encontramos normal."

Lo raro es vivir, Carmen Martín Gaite

Muchas veces me pregunto quiénes somos. ¿El resultado de algún dios caprichoso, la burla de algún científico loco, la realidad virtual de algún ordenador, la película de algunos seres que juegan a ser espectadores de nuestro mundo, simple casualidad del universo, quizás un sueño muy profundo, una paranoia colectiva...?


Pienso de verdad que por mucho que le demos vueltas a la antigua y eterna pregunta del sentido de la vida, nunca daremos con la respuesta. La podemos convertir en religión, pero seguirían sin tener sentido demasiadas preguntas. Y es que dentro de nuestras mentes limitadas, esto es más que absurdo, extraño, rarísimo, como dice Carmen Martín Gaite.


Solo sé una cosa. Cuando miro un árbol, una montaña, el mar, a un niño, cuando te miro a ti, me importa bien poco el sentido de la vida. Me basta con vivirla, porque hace tiempo que aprendí a convivir con mi ignorancia. Como dice Charles M. Schulz, con ironía:

"Mi vida no tiene propósito, ni dirección, ni finalidad, ni significado, y a pesar de todo soy feliz. No lo puedo comprender. ¿Qué estaré haciendo bien?"

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