"El escritor brasileño Nelson Rodrigues estaba condenado a la soledad. Tenía cara de sapo y lengua de serpiente, y a su prestigio de feo y fama de venenoso sumaba la notoriedad de su contagiosa mala suerte: la gente de su alrededor moría por bala, miseria o desdicha fatal.
Un día, Nelson conoció a Eleonora. Ese día, el día del descubrimiento, cuando por primera vez vio a esa mujer, una violenta alegría lo atropelló y lo dejó bobo. Entonces quiso decir alguna de sus frases brillantes, pero se le aflojaron las piernas y se le enredó la lengua y no pudo mas que tartamudear ruiditos.
La bombardeó con flores. Le enviaba flores a su apartamento, en lo mas alto de un alto edificio de Rio de Janeiro. Cada día le enviaba un gran ramo de flores, flores siempre diferentes, sin repetir jamás los colores ni los aromas, y abajo esperaba: desde abajo veía el balcón de Eleonora, y desde el balcón ella arrojaba las flores a la calle, cada día, y los automóviles las aplastaban.
Y así fue durante cincuenta días. Hasta que un día, un mediodía, las flores que Nelson envió no cayeron a la calle y no fueron pisoteadas por los automóviles.
Ese mediodía, él subió hasta el piso último, tocó el timbre y la puerta se abrió".
EDUARDO GALEANO. El libro de los abrazos.
No te rindas. Esas son las tres palabras más útiles que uno puede regalarse a sí mismo, y regalar a los demás.
EDUARDO GALEANO. El libro de los abrazos.
No te rindas. Esas son las tres palabras más útiles que uno puede regalarse a sí mismo, y regalar a los demás.
Hola, si supieras cuanto me gusta tu blog, es fantastico, todos los dias espero ansiosa tu posteo, el de hoy fue excelente, es exactamente lo que le hacia falta a mi alma alicaida. Gracias por traerme ese pequeño cuento. Fantastico, sublime, sanador...gracias gracias gracias.
ResponderEliminarLaura