lunes, 18 de mayo de 2009
MARIO BENEDETTI
Mario Benedetti murió ayer. Hay personas que no deberían morir nunca, que cuando desaparecen el mundo se queda más solo, más desamparado. Cómo darle ahora las gracias por todo lo que regaló, por esa invitación constante a agarrarse a la vida pese a todo. Invito a que lo leáis y reproduzco un trocito de su obra que ya sirvió de entrada en este blog hace más de un año. De Vivir adrede.
No voy a irme así nomás. Tendrán que echarme sin motivo. Yo y mis talones en la tierra decimos no, que aguantaremos. Pueden mandarme vendavales o filatelias del agravio: la colección de mis descuidos, de mis erratas, de mis queridos disparates, de mis tropiezos evitables, de mis inútiles extravagancias, de mis escándalos de ateo. No voy a irme así nomás, por algo aquí me concibieron y fui nacido y caminé descalzo sin herirme, dialogando con el silencio y con el mar y con las nubes, con lluvia y sol tan incesantes y siempre con algún secreto, minúsculo o tremendo pero mío, como una forma de eludir cierta carcoma inevitable. No voy a irme así nomás. Si soy superfluo o desolado, la trayectoria de mis culpas se va y regresa con lo aprendido, y yo lo espero aquí en mi noche. No voy a irme y si me voy, será para estudiar la nada.
Mario, vuelvo a decirlo, si algún día nos encontramos en la nada -si es que ésta existe-, me apunto a estudiarla contigo.
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