"La mayoría de la gente escucha con la intención de responder, no con el deseo de comprender."
A.C.Doyle.
Porque estoy dentro de esa mayoría, voy a contar una experiencia:
Por un problema de garganta que arrastro desde Abril, me cuesta hablar con normalidad, pierdo la voz con frecuencia y no sé decir desde cuando no canto, aunque sea en la ducha.
Parece ser que el dolor a veces enseña, aunque sea duro de aceptar y partiendo de la base de que no creo que sea el único método para aprender. No puedo decir que mi situación sea dramática, pero yo, que he pecado de usar en exceso mi voz porque me encanta hablar, sí me cuesta aceptar ahora su debilidad.Porque estoy dentro de esa mayoría, voy a contar una experiencia:
Por un problema de garganta que arrastro desde Abril, me cuesta hablar con normalidad, pierdo la voz con frecuencia y no sé decir desde cuando no canto, aunque sea en la ducha.
¿Que qué estoy aprendiendo de todo esto? Pues muchas cosas:
A escuchar con más atención sin anteponer mi necesidad de responder, a callar cuando debo, a pensar más lo que digo, a intentar controlar menos las cosas, a observar antes de actuar...
Estoy de acuerdo con la cita que abre la entrada y, con un toque de autocrítica, si esta experiencia me está enseñando algo sobre mi comunicación con las personas, la aceptaré sin rechistar. E intentaré tener una oreja más grande y una boca más pequeña.
Es curioso. Además pienso que es un hábito tan arraigado que aunque piense en escuchar más, no lo haría, por costumbre.
ResponderEliminarEso, y muchas cosas.