martes, 28 de octubre de 2008

EL ABEJORRO


"Según algunas reveladoras pruebas de técnica aerodinámica, el abejorro no puede volar debido a la forma y el peso de su cuerpo en relación a la superficie de sus alas. Pero el abejorro no lo sabe y por eso continúa volando."

I. Sikorsky


Sobre esto conozco un cuento:


Dos niños jugaban tranquilamente patinando en un lago helado. Uno de ellos cayó al agua por romperse el hielo de forma accidental y quedó atrapado por él. El otro, viendo que su amigo se estaba ahogando, golpeó el hielo con una piedra hasta que rompió la capa y lo salvó.

Los bomberos no cabían en su asombro. No entendían cómo unas manos tan pequeñitas pudieran haber sido capaces de romper el hielo.

Un anciano que pasaba por allí, les dijo:

-Yo sí sé cómo lo hizo.

-¿Cómo?- le preguntaron.

-Es que no había nadie que le dijese que no podía hacerlo.


Recuerdo una vez que leí la historia de una mujer que huyendo de un toro en el campo, se subió a la rama de un árbol. Cuando el susto pasó y se bajó de allí, nunca pudo comprender cómo lo hizo. Por más que lo intentó, jamás logró hacerlo de nuevo.

Parece ser que las situaciones límite nos capacitan para resolver tareas imposibles.

A veces en alguna tutoría con los alumnos, ellos han tenido que elaborar una lista con todos los "no puedo", una actividad que leí en el libro Sopa de pollo para el alma, y más tarde les he pedido que rompan esa lista en mil pedacitos y los tiren a la basura. Y es que he podido comprobar que el "no puedo" es realmente socorrido para aliviarnos de la responsabilidad y la resolución y que se trata de una trampa mental invalidante, que está lejos en muchas ocasiones de ser verdad.

A menudo las leyes de la física son superadas con creces por la poderosa voluntad del ser humano.

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