A veces me pregunto que si los seres humanos reaccionamos a la primavera -por no decir a cualquier cambio estacional- como lo hacemos, y nuestra sangre se altera como dice el refrán, y nuestros sentidos se exaltan y nuestro cuerpo parece más ligero y nuestros pensamientos más sutiles y nuestra energía se transforma, cómo se sentirán las plantas cuando cada día reciben el primer rayo de sol. Porque quizás ellas no tienen pensamiento, pero sí puede ser que perciban sensaciones.
Muchas veces cierro los ojos e intento no pensar, para dejarme llevar por el olor del azahar ahora en primavera, o por el color verde, o por el silencio que no es silencio del campo. Me alegro de que los seres humanos no sólo seamos sensaciones, porque si no, seríamos como una marea indefinible e incontrolable y nos dejeríamos llevar por los vientos, sin controlar las riendas de nuestras vidas. Sin embargo, a menudo me gustaría darle al interruptor de la razón por unos instantes, para solamente sentir.
Muchas veces cierro los ojos e intento no pensar, para dejarme llevar por el olor del azahar ahora en primavera, o por el color verde, o por el silencio que no es silencio del campo. Me alegro de que los seres humanos no sólo seamos sensaciones, porque si no, seríamos como una marea indefinible e incontrolable y nos dejeríamos llevar por los vientos, sin controlar las riendas de nuestras vidas. Sin embargo, a menudo me gustaría darle al interruptor de la razón por unos instantes, para solamente sentir.
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