jueves, 20 de diciembre de 2007
DOS CUERPOS SE CONFUNDEN
La mañana ha comenzado. Una pequeña gota de rocío un tanto traviesa resbala huidiza sobre una de las gigantescas hojas salvajes. Es exacto a las postales exóticas de Bali o a un cuadro de Gaugin sin tahitianas. Los rayos. El cielo. El mar conquistando el paisaje rebelde. Dos cuerpos se confunden. El sol le sigue la pista al amanecer. Parece una región transparente. Huele a sal. Una caricia de espuma apaga su fuego en la orilla. Pájaros. Palmeras. La naturaleza emite un quejido de placer espiritual. Dos cuerpos se confunden. Olor a polen de tulipanes violetas. Lo jamás soñado se funde con la realidad cotidiana. El tiempo parece no pasar, es sólo movimiento. Pero esta imagen yace tatuada en el brazo derecho del mundo, es eterna. Hay cientos de colores cobrando vida propia, bailando danzas con el resto de sus tejidos sedosos. Si quemara el sol broncearía en tonos azulados. Dos cuerpos se confunden. No existen las horas para ninguna de estas realidades, sin embargo la mañana termina, la tarde comienza. Todo es verdor y aroma. Nada acaba más allá del horizonte. La luz añora el descanso y rápidamente la tarde termina, la noche comienza. La gota de rocío se prepara para otra jornada. Dos cuerpos se confunden. La luna los mira, el mar los refleja, el aura de este lugar los protege. Los dos parecen llevar siglos haciendo el amor. Juntos, sus pinceles dibujan el lugar que les retiene. Son parte de la naturaleza al fin.
Terminan. Yacen. Cansados y pacíficos abren los ojos. Creen haber hecho el amor en las playas de Honolulu. Sonríen. Desnudos y atados por las manos huyen entre las sombras de la ciudad.
sábado, 15 de diciembre de 2007
CARAMELOS DE MIEL
Caramelos de miel para celebrar la vida
Ingredientes:
-1 Kilo de miel pura (no la que venden en los supermercados).
-Chocolate para fundir al gusto.
-Papel satinado que se puede conseguir en las pastelerías.
-Mucha paciencia.
Se funde el chocolate en un cacerola y cuando está totalmente fundido, se le añade la miel y se remueve a fuego lento continuamente durante un tiempo aproximado de 45 minutos. Si se quiere más duro deberá continuarse esta operación teniendo cuidado con que no se queme. Para saber si el caramelo está hecho y nos gusta su textura, basta con soltar una gota en un plato y esperar a que ésta se enfríe. Cuando ya creemos que está listo, echamos la pasta en un recipiente de cristal al que previamente le hemos echado mantequilla y cuando está templado, vamos cortando trocitos a los que les damos forma de caramelo y los envolvemos en los papeles satinados. Listos para disfrutarlos.
miércoles, 12 de diciembre de 2007
EL ENGAÑO
lunes, 10 de diciembre de 2007
En invierno
En invierno, cuando por primera vez saco el edredón para taparme, siento con más intensidad que nunca lo poco que hace falta para ser rico. Es un verdadero placer acostarse en esa camita caliente y blandita, pensando en lo afortunada que soy.
Mi hija, cuando vio a Heidi acostada en su cama de paja, exclamó:-Mamá, ¡así me siento yo cuando me meto en la cama!
Estoy absolutamente de acuerdo con ella.
domingo, 9 de diciembre de 2007
EL AMOR
No sé lo que es el amor. Pero sí he observado que hay muchas formas de amar:
Hay quienes aman sentados y no hacen ningún tipo de esfuerzo para amar ni ser amado; está el que ama de pie, porque siempre está alerta de cualquier movimiento; los hay que aman a saltos, y entonces a veces parecen que van a comerse a besos al ser amado y otras que lo evitan. Los hay también que aman de puntillas, casi sin darse ni darnos cuenta; los hay que aman en las nubes -quizás porque desean regalar estrellas- , existen los que aman con red y los que aman sin paracaídas; los hay que aman enjaulados o que enjaulan al ser al que aman y los hay que aman corriendo, ya sea para perseguir o para escapar...
Verdaderamente no hay una forma fija de amar, pero lo que sí es cierto es que a menudo se confunde el amor con el enamoramiento, y que esto puede llevarnos a más de un problema. El enamoramiento es un estado más biólogico que otra cosa, que se traduce en un éxtasis, un hechizo, una idealización y un placer o un sufrimiento absoluto. Qué encantador es enamorarse -yo lo hago casi todos los días-, pero a cuántos años luz se encuentra de lo que de verdad es el amor. Lo malo es que hay quienes se quedan en este estado enamoradizo toda la vida, porque son incapaces de dar el salto hacia el conocimiento de la otra persona -quizás porque ni ellos mismos desean conocerse-, pero también hay quienes han aprendido a querer a alguien más allá de sus defectos o cualidades.
Yo he tenido la gran fortuna de amar de verdad tres veces. La primera vez fue un amor de juventud, al que por supuesto ya no amo. Pero los otros aún siguen siendo amados por mí. Uno de ellos es con quien comparto mi vida, el amor del conocimiento, al que beso y me besa todos los días, el vivido, el gozado, con quien me enfado y con quien río, el amor real. El otro es aire. Y por eso mientras respire, estará conmigo.
Doy gracias a los tres porque ellos me han enseñado lo poquito que sé sobre el amor.
lunes, 3 de diciembre de 2007
Elecciones
-- Oye... ¿Este hombre siempre te trata así?
-- Sí, por desgracia.
-- Y tú, ¿siempre te muestras con él tan educado y amable?
-- Sí.
-- Y ¿me quieres decir por qué tú eres tan amable con él, cuando él es tan antipático contigo?
-- Es muy fácil. Porque yo no quiero que sea él quien decida cómo he de comportarme yo.
Los hijos
Erma Bombeck escribió un artículo comparando a los niños con las cometas:
- Te pasas la vida tratando de hacerlas volar. Corres con ellas hasta quedar sin aliento. Caen al suelo. Chocan con los tejados. Tú las remiendas, las consuelas, las ajustas, y les enseñas. Observas cómo el viento las mece y les aseguras que un día podrán volar.
Finalmente vuelan. Necesitan más hilo y tú sueltas más y más, y sabes que muy pronto la bella criatura se desprenderá de la cuerda de salvamento que la ata y se elevará por los aires, como se espera que lo haga, libre y sola. Sólo entonces te das cuenta de que has hecho bien tu trabajo.
domingo, 2 de diciembre de 2007
ANULACIONES
Tenía un amigo y una amiga que cuando se conocieron, observaron que tenían tantas cosas en común que decidieron hacerse pareja. Con el paso del tiempo, eran tantos los gustos y los comportamientos idénticos, que pensaron con lógica aplastante que sus coincidencias iban más allá de la casualidad. Cada vez que los veía, me sorprendía ver que en sus rasgos faciales iban apareciendo huellas del otro, y últimamente aseguro que sus rostros se han desdibujado tanto que ya no distingo quién es quién. Por la calle, cuando los acompaño, advierto que la gente se les queda mirando como a un par de gemelos y puedo asegurar que finalmente sus huellas dactilares han desaparecido. A veces me quedo mirando las fotos de quienes fueron y me echo a llorar por los amigos desaparecidos.
sábado, 1 de diciembre de 2007
Nuestra pobreza
NUESTRA POBREZA
Una vez, un padre de una familia acaudalada llevó a su hijo a un viaje por el campo con el firme propósito de que viera qué pobre era la gente del campo. Estuvieron por espacio de un día y una noche completos en una granja de una familia campesina muy humilde. Al concluir el viaje y de regreso a casa el padre le preguntó a su hijo:
-¿Qué te pareció el viaje?
-Muy bonito, papá -le contestó el hijo.
-¿Y qué aprendiste?
-Vi que nosotros tenemos un perro en casa, ellos tienen cuatro. Nosotros tenemos una piscina pequeña en el jardín, ellos tienen un arroyo que no tiene fin. Nosotros tenemos unas lámparas importadas en el patio, ellos tienen las estrellas. Nuestro patio está cerrado por vallas, ellos tienen todo un horizonte de patio.
Al terminar el relato, el padre se quedó callado y su hijo añadió:
-Gracias, papá, por enseñarme lo ricos que podemos llegar a ser.
Aplícate el cuento. Jaume Soler.
El miedo
El miedo irracional, esa sensación abstracta, a veces física, que se traduce en fantasmas, es una jaula abierta donde siempre posamos nuestros ojos con necesidad de aventura, tal es su veneno. La jaula, siempre abierta, es como el castillo encantado de la película donde el protagonista posa su mirada, sus manos y finalmente su cuerpo. Y entra. Entra para poblarse de fantasmas, de pesadillas negras, de un mundo que desconoce y le fascina. Cuando cae en las redes de la jaula habitada lo único que se le ocurre hacer es intentar matarlos. Pues le duelen. Y así malgasta su tiempo. La puerta siempre está abierta, pero él no puede dejar de destruir fantasmas, aunque ellos se multipliquen y se burlen con su apariencia difusa. Aunque quiera salir no lo hace, le tira la inercia de seguir refugiándose desesperadamente en las sábanas blancas de esos seres invisibles pero poderosos. Cerca de allí, miles de ventanas dan al mundo, pero los ojos del protagonista están cerrados. El presente le llama continuamente, pero él posterga su vida para cuando haya matado a todos los fantasmas. Así destroza su felicidad, limitado por su ceguera, por sus circunstancias, pegajosas. No entiende, no ve, y hasta que no abra los ojos no dejará de hundirse en lo irreal. No sabe que el miedo no hay que derrotarlo para poder vencerlo. Sólo hay que dar un paso hacia la puerta. Y simplemente salir.
Mi cuento favorito
EL BUSCADOR
Esta es la historia de un hombre al que yo definiría como un buscador. Un buscador es alguien que busca, no necesariamente alguien que encuentra. Tampoco es alguien que, necesariamente, sabe qué es lo que está buscando, es simplemente alguien para quién su vida es una búsqueda. Después de dos días de marcha por los polvorientos caminos divisó, a lo lejos, Kammir. Un poco antes de llegar al pueblo, una colina a la derecha del sendero le llamó mucho la atención. Estaba tapizada de un verde maravilloso y había un montón de árboles, pájaros y flores encantadoras; la rodeaba por completo una especie de valla pequeña de madera lustrada. Una portezuela de bronce lo invitaba a entrar. De pronto sintió que olvidaba el pueblo y sucumbió ante la tentación de descansar por un momento en ese lugar. El buscador traspasó el portal y empezó a caminar lentamente entre las piedras blancas que estaban distribuidas como al azar, entre los árboles. Dejó que sus ojos se posaran como mariposas en cada detalle de este paraíso multicolor. Sus ojos eran los de un buscador, y quizás por eso descubrió sobre una de las piedras, aquella inscripción...: ABDUL TAREG, VIVIÓ 8 AÑOS, 6 MESES, 2 SEMANAS Y 3 DÍAS. Se sobrecogió un poco al darse cuenta de que esa piedra no era simplemente una piedra, era una lápida. Sintió pena al pensar que un niño de tan corta edad estaba enterrado en ese lugar. Mirando a su alrededor el hombre se dio cuenta de que la piedra de al lado también tenía una inscripción. Se acercó a leerla, y decía: YAMIR KALIB, VIVIÓ 5 AÑOS, 8 MESES, Y 3 SEMANAS.
El buscador se sintió terriblemente conmocionado. Este hermoso lugar era un cementerio y cada piedra, una tumba. Una por una, empezó a leer las lápidas. Todas tenían inscripciones similares: un nombre y el tiempo de vida exacto del muerto. Pero lo que lo conectó con el espanto, fue comprobar que el que más tiempo había vivido sobrepasaba apenas los 11 años. Embargado por un dolor terrible se sentó y se puso a llorar. El cuidador del cementerio, pasaba por ahí y se acercó. Lo miró llorar por un rato en silencio y luego le preguntó:
-¿Por qué tantos niños muertos enterrados en este lugar?, ¿cuál es la horrible maldición que pesa sobre esta gente, que los ha obligado a construir un cementerio de chicos?
El anciano se sonrió y dijo:
-Puede usted serenarse. No hay tal maldición. Lo que pasa es que aquí tenemos una vieja costumbre. Le contaré... Cuando un joven cumple quince años sus padres le regalan una libreta, como ésta que tengo aquí, colgando del cuello. Y es la tradición entre nosotros que a partir de allí, cada vez que uno disfruta intensamente de algo, abre la libreta y anota en ella: a la izquierda, lo que fue disfrutado, a la derecha cuánto tiempo duró el gozo. Así vamos anotando en la libreta cada momento que disfrutamos... cada momento. Cuando alguien se muere, es nuestra costumbre abrir su libreta y sumar el tiempo de lo disfrutado, para escribirlo sobre su tumba, porque ese es, para nosotros el único y verdadero tiempo vivido.
Jorge Bucay
LA MÁSCARA
Rafael explicaba que como había nacido en Sevilla, era rociero, cofrade, sibarita, amante del toreo y de la copla, dicharachero y buen bailador de sevillanas. Rafael también decía que como su padre era médico, él había estudiado medicina, que como su abuelo era militar, él era de derechas, que como su madre era muy católica, él iba a misa todos los domingos y fiestas de guardar y que como todo el mundo trabajaba doce horas diarias para ganar más dinero, él no iba a ser menos.
A los setenta y seis años, cuando murió, no fue su espíritu el que salió de su cuerpo, sino una máscara.
LOS ADULTOS
No es cierto que los mayores no jueguen. Es que ellos tienen otros juegos. Ellos juegan a creerse que no juegan nunca, que su capacidad para inventar, saltar y sorprenderse se acabó a los trece años, que ya no hay nada con lo que puedan disfrutar como antes, que deben protestar por eso todo el día y que a ciertas edades las personas deben sustituir el ocio por la obligación y los pantalones cortos por el traje azul. Y no es que no jueguen, es que a ellos les encanta jugar a creerse adultos, para poder disculpar su falta de imaginación, su temor por hacer el ridículo si expresan sus verdaderos deseos y para no permitirse la duda de que los duendes del bosque en los que creían puedan existir. Creen que la madurez es agria, seria y gris, que reír a carcajadas y llorar es cosa de críos y que los asuntos que ellos tratan son más importantes que la piruleta que se le ha caído al niño que berrea. Pero ellos juegan sin saber que juegan, porque si los observas, más de una vez los habrás pillado riendo a la par de un payaso en el circo, o soltando sin que nadie lo advierta una lágrima de amor en el cine, o construyendo castillos en el aire con las acciones de la Bolsa, organizando viajes entusiasmados mientras se compran gorros rojos para el sol de la playa, intentando arreglar del mundo e inventando la vida en cualquier tertulia. Los habrás visto plantar árboles, escalar montañas, hacer el amor y regalar flores... y aún se creerán que no están jugando como niños. Pero ellos, más ingenuos todavía, se empeñan en plantarse un traje de chaqueta negro, disfrazados de la imagen estereotipada de cómo debe ser una persona adulta respetable y responsable, ir a trabajar por las mañanas con el humor de un hombre o de una mujer rutinario y cansado y regañar a los chiquillos por jugar al escondite en el salón. Míralos. Y no los juzgues. Son como niños grandes que también dudan, que se descubren cada día, que se sorprenden por todo aunque no sepan expresarlo, y que en realidad hubiesen deseado no crecer nunca, para que la mamá sociedad no les plantara por las mañanas ese disfraz tan incómodo. Sonríeles, son niños como todos nosotros aunque no lo sepan todavía.