viernes, 28 de mayo de 2010
Si nos fijásemos atentamente, si mirásemos bien, debajo de la triste y a veces necesaria coraza que a menudo nos ponemos los seres humanos, descubriríamos que esa frialdad, esa dureza, ese escepticismo, es solo pura defensa, pura apariencia.
Para unos ojos bien atentos, la coraza sigue siendo igual de dura, pero se va volviendo transparente. Entonces se descubre al hombre desnudo, íntimo, que vive detrás, al hombre que de verdad es.
martes, 25 de mayo de 2010
Ayer, después de leer a Ángel González durante un buen rato antes de acostarme, me llevé toda la noche soñando palabras:
Deja para mañana
lo que podrías haber hecho hoy
(y comenzaste ayer sin saber cómo).
Y que mañana sea mañana siempre;
que la pereza deje inacabado
lo destinado a ser perecedero;
que no intervenga el tiempo,
que no tenga materia en que ensañarse.
Evita que mañana te deshaga
todo lo que tú mismo pudiste
no haber hecho ayer.
De Deíxis en fantasma
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Cuando era joven quería vivir en una ciudad grande.
Cuando perdí la juventud quería vivir en una ciudad pequeña.
Ahora quiero vivir.
De Prosemas o menos
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(...)
Pero nada ya ahora
—ni siquiera la muerte, por su parte
inmensa—
podrá evitarlo:
exento, libre,
como la niebla que al romper el día
los hondos valles del invierno exhalan,
creciente en un espacio sin fronteras,
este amor ya sin mí te amará siempre.
De Deíxis en fantasma
sábado, 22 de mayo de 2010
LA LÍRICA
Ella está solo ínfimamente
en el violín que suena
en el paseo de la tarde
en una flor que nace
o en la languidez de un amor satisfecho.
Estas son minucias para ella.
A ella se la encuentra sobre todo en la herida fina que sangra lentamente en las últimas horas de dos amantes deshabitados en las lágrimas negras de un ocaso forzoso en el grito del beso que se queda rabiando en los labios en ese amor tan solo que levita en la nada en el deseo de unos dedos que arden desabrochando botones de humo en aquello que no se dice dentro de lo que se dice en la canción que sobrevive violando el tiempo en esa luna que parece no brillar esa noche en la imagen tenue de una o dos melancolías.
La lírica estuvo en el primer parto del primer ser humano.
Desde entonces nos libera y nos habita.
en el violín que suena
en el paseo de la tarde
en una flor que nace
o en la languidez de un amor satisfecho.
Estas son minucias para ella.
A ella se la encuentra sobre todo en la herida fina que sangra lentamente en las últimas horas de dos amantes deshabitados en las lágrimas negras de un ocaso forzoso en el grito del beso que se queda rabiando en los labios en ese amor tan solo que levita en la nada en el deseo de unos dedos que arden desabrochando botones de humo en aquello que no se dice dentro de lo que se dice en la canción que sobrevive violando el tiempo en esa luna que parece no brillar esa noche en la imagen tenue de una o dos melancolías.
La lírica estuvo en el primer parto del primer ser humano.
Desde entonces nos libera y nos habita.
miércoles, 12 de mayo de 2010
En el Instituto donde estudiaba había un bibliotecario algo peculiar. Hombre mínimo, escuálido, casi invisible. Parecía enteramente un duende que se había escapado de algún libro, un ratoncito de biblioteca que se paseaba silenciosamente entre las mesas. Los estudiantes inventábamos historias sobre él, imaginábamos cómo podía ser su vida y lo catalogábamos de amargado, triste, solitario y misterioso.
Al cabo de unos años, me lo encontré por la calle. Contrariamente a lo que me esperaba, me saludó y se paró a hablar unos minutos conmigo. Creo que era la primera vez que escuchaba su voz. Me preguntó lo típico que se pregunta en estos casos, que si había seguido estudiando y todas esas cosas, y no sé cómo surgió el tema, pero recuerdo que me dijo algo que merece una entrada en este blog. Me dijo:
-He estado mucho tiempo intentando responder a las grandes cuestiones de la vida. Ahora ya las respuestas me dan igual, sólo quiero encontrar preguntas. Eso es lo que quiero, encontrar preguntas. Y tengo tantas, que me resulta difícil hallar alguna. El día que encuentro una pregunta nueva, ese día, soy feliz como un niño.
Sus ojos de ratón brillaban. No me pareció entonces ni triste ni amargado. Me pareció un ser extraordinariamente inquieto. Alguien que había aprendido a encontrar la sabiduría donde pocos se atreven a buscarla: en una constante y humilde curiosidad. Cuando caigo en la gran tentación humana de romperme la cabeza con alguna pregunta a la que no encuentro respuesta, siempre recuerdo sus palabras y me alivia, la verdad. Y hasta me siento más ligera.
domingo, 9 de mayo de 2010
No quiero hacer publicidad de la película Alicia en el país de las maravillas de Tim Burton, porque mi opinión sobre ella no es muy positiva, pero sí hubo una escena que me gustó, basada en un fragmento del libro Alicia a través del espejo. El que supuestamente iba a ser el prometido de la protagonista, le preguntó en el baile que por qué perdía el tiempo pensando en cosas imposibles.
-¿Por qué no? -le respondió Alicia-. Mi padre decía que él pensaba en seis cosas imposibles antes del desayuno.
No se me ocurre otra manera mejor de empezar -hoy y siempre- el día.
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