sábado, 20 de febrero de 2010



El sannyasi había llegado a las afueras de la aldea y acampó bajo un árbol para pasar la noche. De pronto llegó corriendo hasta él un habitante de la aldea y le dijo:


-¡La piedra! ¡Dame la piedra preciosa!


-¿Qué piedra? -preguntó el sannyasi.

-La otra noche se me apareció en sueños el Señor Shiva -dijo el aldeano-, y me aseguró que si venía al anochecer a las afueras de la aldea, encontraría a un sannyasi que me daría una piedra preciosa que me haría rico para siempre.


El sannyasi rebuscó en su bolsa y extrajo una piedra.

-Probablemente se refería a ésta -dijo mientras entregaba la piedra al aldeano-. La encontré en un sendero del bosque hace unos seis días. Por supuesto que puedes quedarte con ella.


El hombre se quedó mirando la piedra con asombro. ¡Era un diamante! Tal vez el mayor diamante del mundo, pues era tan grande como la mano de un hombre. Tomó el diamante y se marchó. Pasó la noche dando vueltas en la cama, totalmente incapaz de dormir.
Al día siguiente, al amanecer, fue a despertar al sannyasi y le dijo:

-Dame la riqueza que te permite desprenderte con tanta facilidad de este diamante.


La vida viene a cuento
Jaume Soler
Mª Merce Conangla

2 comentarios:

  1. Gracias por publicar este cuento, cada dia que pasa tu blog es como un manual de consulta diaria. Si supieras lo bien que me hace este cuento; diria que es como una señal, esta tarde estuve rezando y preguntandole a Dios como hacer para desprenderme de cosas valiosas,pero no materiales,sino afectos que son imprescindibles para mi,pero que me hacen daño en si mismas. Tengo mucho que reflexionar gracias a este cuento. Una vez mas felicitaciones por este maravilloso blog!! saludos.
    Laura

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  2. Bonito cuento, si todos tuvieramos esa riqueza que permite desprenderte con tanta facilidad del diamante, seguro que habría paz en el mundo,
    Rocanav

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