martes, 16 de febrero de 2010



Creo que no hay que darle demasiada importancia a los espejos. No más de la que tienen. Y no solo eso, sino que a veces son los mayores mentirosos del mundo, porque nos devuelven una imagen distorsionada de nosotros mismos, deformada por nuestra propia visión.

Ningún espejo puede reflejar tu verdadera imagen, ni quién eres, ni tu esencia, ni tu forma natural de sonreír, ni lo que has aprendido o lo que has construido de ti mismo hasta ahora.
Por eso es mejor que te mires en el espejo de unos ojos que no te evalúen, clasifiquen o interpreten, sino que te conozcan y te amen a ti, más allá de cualquier defecto o virtud.

Y cuando te besen, espero que elijas unos labios que recorran tu cuerpo completo más allá de la piel, con todas tus maravillosas imperfecciones.


1 comentario:

  1. Gracias por tus palabras. Cada día, veo tu blog buscando comprensión y siempre la encuentro.

    Me encanta.

    Muchas gracias.

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