sábado, 1 de diciembre de 2007

LOS ADULTOS


No es cierto que los mayores no jueguen. Es que ellos tienen otros juegos. Ellos juegan a creerse que no juegan nunca, que su capacidad para inventar, saltar y sorprenderse se acabó a los trece años, que ya no hay nada con lo que puedan disfrutar como antes, que deben protestar por eso todo el día y que a ciertas edades las personas deben sustituir el ocio por la obligación y los pantalones cortos por el traje azul. Y no es que no jueguen, es que a ellos les encanta jugar a creerse adultos, para poder disculpar su falta de imaginación, su temor por hacer el ridículo si expresan sus verdaderos deseos y para no permitirse la duda de que los duendes del bosque en los que creían puedan existir. Creen que la madurez es agria, seria y gris, que reír a carcajadas y llorar es cosa de críos y que los asuntos que ellos tratan son más importantes que la piruleta que se le ha caído al niño que berrea. Pero ellos juegan sin saber que juegan, porque si los observas, más de una vez los habrás pillado riendo a la par de un payaso en el circo, o soltando sin que nadie lo advierta una lágrima de amor en el cine, o construyendo castillos en el aire con las acciones de la Bolsa, organizando viajes entusiasmados mientras se compran gorros rojos para el sol de la playa, intentando arreglar del mundo e inventando la vida en cualquier tertulia. Los habrás visto plantar árboles, escalar montañas, hacer el amor y regalar flores... y aún se creerán que no están jugando como niños. Pero ellos, más ingenuos todavía, se empeñan en plantarse un traje de chaqueta negro, disfrazados de la imagen estereotipada de cómo debe ser una persona adulta respetable y responsable, ir a trabajar por las mañanas con el humor de un hombre o de una mujer rutinario y cansado y regañar a los chiquillos por jugar al escondite en el salón. Míralos. Y no los juzgues. Son como niños grandes que también dudan, que se descubren cada día, que se sorprenden por todo aunque no sepan expresarlo, y que en realidad hubiesen deseado no crecer nunca, para que la mamá sociedad no les plantara por las mañanas ese disfraz tan incómodo. Sonríeles, son niños como todos nosotros aunque no lo sepan todavía.

1 comentario:

  1. quién es el autor del texto LOS ADULTOS? me podríais decir?

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